Thursday, September 29, 2011

Be a Dad!

¡Sé un padre!
por el P. Larry Richards

¡Te vas a morir!
No importa qué tan ricos seamos, cuán populares o poderosos, todos vamos a “estirar la pata” algún día. ¿No es un lindo pensamiento?
Lo que debemos hacer es tomarnos un tiempo para sentarnos y meditar sobre el momento en que daremos el último suspiro. ¿Qué querrías que tu esposa diga de ti? ¿Qué querrías que tus hijos digan de ti? Una vez que te hayas decidido y digas: “Bien, esto es lo que quiero cuando dé mi último suspiro” puedes comenzar a vivir tu vida con un objetivo en mente. Empezarás a vivir de tal manera que cuando llegue el día de tu muerte, la gente que te conoce dirá lo que tú quieres que diga.
La muerte es aquello que nos quita el control definitivamente. Aunque nos suicidemos, no podemos controlar lo que sucede después de que nos morimos. Ninguno de nosotros tuvo el control de su propio nacimiento y ninguno de nosotros tiene el control de lo que sucede después de que nos morimos.
He visitado muchos lechos de muerte a lo largo de mi sacerdocio, así que sé cómo será cuando te estés muriendo. Mientras estés ahí acostado, lo más importante para ti serán tus relaciones, la gente que tú amaste y la gente que, a su vez, te amó a ti.
¿Por qué, entonces, no vivimos todos los días con eso en mente? Toma la decisión de que nunca tu esposa o tus hijos se vayan a acostar o salgan de la casa sin que primero les digas que los amas, ¡la vida es demasiado corta! Eso cambiará a tu familia. Eso cambiará el mundo.
Deberías subrayar Juan 15, 12 en tu Biblia, donde Jesús nos manda: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado.” Esto no es una opción. También dijo: “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes” (Jn 15, 9). Jesús les decía a las personas que amaba que las amaba.
¿Por qué los hombres no lo hacen? Los hombres sienten vergüenza. Tienen miedo. Los hace vulnerables. Piensan que si eres un hombre, no vas por ahí diciéndole a la gente que amas que la amas. Pero Jesús les dijo a doce hombres que los amaba. Luego nos dijo que amáramos a los demás de la misma manera.
Déjame darte una pista: nunca en tu vida lamentarás haberle dicho a tu esposa, a tus hijos y a las personas que amas que las amas, nunca. No estarás en tu lecho de muerte algún día diciendo: “No puedo creer que todos los días les dije a mis seres queridos que los amaba. ¿Acaso soy un idiota?”
* * *
¿Cómo te enamoras de alguien? Tú sabes que no llegaste a conocer a tu futura esposa con sólo verla una vez y dedicándole entre cuarenta y cinco minutos y una hora una vez por semana. Pasaste tiempo con ella. Llegaste a conocerla. Lo mismo ocurre en nuestra relación con Dios. Puede tomarte meses –puede tomarte años–, pero tienes que hacerlo. Tienes que pasar tiempo con Dios hasta que la respuesta a la pregunta de si conoces o no a Dios sea claramente sí.
Necesitamos saber quién es nuestro verdadero Padre. Hay sólo un Padre de todos: ¡Dios Padre! Ese tipo al que llamas papá es un instrumento de paternidad, pero él no es tu verdadero Padre.
Cuando hablamos de nuestros padres, el hecho de que fueran buenos padres, malos padres, padres cercanos y comprensivos o padres distantes e indiferentes a quienes no conocimos en absoluto, no tiene tanta importancia, porque la realidad es que todos tenemos el mismo Padre en el cielo. Ése es el Padre que nos sanará.
* * *
Los esposos están llamados a amar a Dios principalmente a través de sus esposas. Tu esposa es el sacramento de Cristo para ti. Tú eres el sacramento de Cristo para tu esposa. Cuando ella te mira, debe ver a Jesucristo. Es por eso que Efesios 5, 22-24 es un pasaje maravilloso. Dice: “Esposas, sean dóciles a sus esposos como al Señor. Porque el varón es la cabeza de la esposa como Cristo es la cabeza y el salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las esposas deben estar sujetas en todo a sus esposos.” Muchos recordamos la traducción que decía que las esposas debían ser “sumisas a sus esposos”. El problema es que muchos hombres se detienen donde dice que sus esposas deben ser “sumisas”. A los hombres les encanta esa parte, por eso muchas mujeres se enfurecen.
Yo hago esto muy explícito cuando predico durante una ceremonia de matrimonio. Empiezo con la novia y le digo: “Cariño, tú lees la Biblia todos los días, ¿no es así?” Por lo general, la primera respuesta es: “Sí, Padre”. Luego yo le digo bromeando: “Sabes que si le mientes a un sacerdote, te irás al infierno.” Ella rápidamente dice: “Está bien, no, Padre.” Luego continúo: “Hay un versículo en la Carta a los Efesios que dice: ‘Esposas, sean sumisas a sus esposos como al Señor.’” Y le pregunto: “¿Crees que significa lo que dice?” Siempre me contestan enfáticamente: "¡No, Padre!" En ese momento yo doy un salto y grito: “¡Sí, significa lo que dice!” Cuando digo esto, todas las feministas presentes se ponen muy molestas y dicen cosas como: “Ésta es otra razón por la que odio a la Iglesia Católica.” Y la novia piensa: “¿Por qué me tocó este sacerdote para casarme?” ¡Me encanta esto!
Luego, como saben todos los que me conocen, yo ofendo a todos por igual, me vuelvo hacia el novio, que generalmente está disfrutando todo esto. Ahora llega el momento de oír la otra parte. Le pregunto al novio: “Tú lees la Biblia todos los días, ¿cierto?” Él siempre responde: “No, Padre.” Entonces le pregunto: “¿Sabes qué dice en la Carta a los Efesios después de ‘Esposas, sean sumisas a sus esposos’?” El novio siempre sacude la cabeza y dice: “No”. Luego sigo: “Dice: ‘Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella.” Entonces le pregunto: “¿Sabes lo que eso significa?”  Es el momento de bromear: “¡Tu vida ha terminado!” Luego les digo que cada día tienen que preocuparse más por el otro que por sí mismos. ¡De eso se trata el matrimonio!
De modo que tienes que empezar a hacer algo generoso por tu esposa cada día. Sorpréndela. ¿Cuándo fue la última vez que la trataste como lo hacías cuando todavía intentabas que aceptara casarse contigo?
Luego concentrémonos en tus hijos, creo que será más fácil porque son una parte de ti. ¿Permitimos que nuestros hijos sean ellos mismos? Algunas personas piensan que los mejores padres son los que usan una fuerte disciplina. Sin duda, estoy de acuerdo. Pero en la misma medida que disciplinas a tus hijos, debes apuntalarlos.
A veces sólo somos duros y creemos que es lo que Dios quiere, pero Dios no es así. Dios nos ama. Él da su vida por nosotros. Y además siempre nos dice que nos ama. ¿Cierto?
Uno de los roles que tienen los hombres, que les fue asignado por Dios (ver Gen 3, 16; 1Cor 11, 3; Ef 5, 23), es el de ser líderes espirituales de sus familias. Por eso es que durante muchos años yo he llamado a los hombres “peleles espirituales”. Muchos hombres han dejado que sus esposas sean las líderes espirituales de sus familias, pero esa no es la forma en que Dios lo concibió. Esto no significa que seas el amo de tu esposa y de tu familia. Significa que, como Jesucristo, tú eres el líder al servicio de tu familia.
Antes que nada, esto significa que lideras con el ejemplo. Debes ser un hombre de oración. Porque sólo comportándote como un hijo que oye a su Padre celestial puedes llevar la voluntad del Padre a tu familia. No puedes ser un líder bueno y auténtico a menos que seas un seguidor bueno y auténtico. Debes dedicar tiempo cada día a rezar en presencia de Dios, luego liderar a tu familia en la oración. ¿Has dedicado tiempo cada día para rezar con tu familia? ¡No, la acción de gracias antes de comer no es suficiente!
Tienes que ser el líder espiritual siendo un hombre de sacrificios. Existes para dar tu vida por otros, como lo hizo Jesús. Eso significa que das tu vida por tu familia antes que nada.
A mi gran amigo Danny Abramowicz le encanta decir en las conferencias para hombres: “Hombres, sus hijos siempre amarán a sus madres, ¡pero quieren llegar a ser como ustedes!” Si nosotros mismos no somos santos, nuestras familias no lo serán. Es así de simple. Dios hablará a los hombres, mujeres y niños, pero nos está hablando especialmente a los hombres, para ayudarnos a ser imágenes de él.
Tú eres el sacramento de la Paternidad para tus hijos, del mismo modo en que San José fue el sacramento de la Paternidad para Jesús. De la misma manera en que Dios usó a San José para formar a Jesucristo en su humanidad, así también quiere usarte para formar a tus hijos. Por eso te aliento, antes de que sigas leyendo, a detenerte y pedirle a San José que interceda por ti de manera que puedas crecer en santidad.
El Señor Dios del universo nos llama a todos a ser grandes hombres, hombres que seamos ejemplos de Él y que lo usemos como nuestro ejemplo. Cada uno de nosotros está llamado a ser otro Cristo en este mundo. Nuestro objetivo es llevar a otros hacia Él.
Hazlo y vivirás para siempre.

© Fr. Larry Richards
Fragmento adaptado del libro del P. Larry Richards
Be a Man! Becoming the Man God Created You to Be
publicado en Ignatius Insight
Traducido por Catholic Translator
http://catholictranslations.blogspot.com

1 comment:

  1. Ha logrado emocionarme con sus palabras y proponerme tantas cosas que el Señor se pondrá muy contento.

    Gracias, muchas gracias. Que DLB.

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